Wed, 14 Sep 2016 15:15:07 GMT
Estados Unidos es (y parece que lo seguirá siendo durante mucho tiempo) la primera potencia planetaria y es también la nación que se agigantó tras arrebatarle la mitad de su territorio a México, pero que, como si de una venganza silenciosa se tratase, se ha ido repoblando de inmigrantes mexicanos, al punto de convertirse en un tema central en la campaña para las elecciones presidenciales de noviembre y en un arma arrojadiza para uno de los dos contendientes, el candidato republicano Donald Trump, que explota el desconocimiento de parte del electorado para atraer votantes.
—¿Ayudaría a romper estereotipos conocer mejor el pasado de nuestros vecinos?
—Sí. De hecho la idea del libro —Historia Mínima de Estados Unidos— es romper con esa idea distorsionada que muchos mexicanos tienen de Estados Unidos y de su historia. Una imagen superficial y maniquea, como la creencia extendida de que es una sociedad que ya era moderna y poderosa desde su fundación. Esa imagen de temibles colonos enfrentados siempre a los nativos indios y que cruzaron el país de este a oeste como cuchillo en mantequilla, no es cierta; es la de las películas del Salvaje Oeste.
—¿Cómo —citando la introducción de su obra— “trece colonias dejaron de ser periferia para convertirse en el centro de la historia global”?
—Como ya señalé, desmantelando un mito muy extendido —desde luego también entre muchos estadunidenses— sobre el destino providencial de la nueva nación, cuyo glorioso final estaba ya escrito desde el principio. La realidad es mucho más compleja, pero destacaría como factores de éxito su geografía privilegiada, rica en recursos, sin grandes obstáculos y con vías de comunicación integradoras, como el río Mississippi, lo que permitió una rápida expansión territorial y una facilidad para conectar los diferentes territorios. Esto a su vez impulsó el comercio y la llegada creciente de inmigrantes, lo que generó un crecimiento demográfico sin parangón, otro factor de éxito fundamental.
Otro elemento clave fue la implementación de un nuevo orden republicano sujeto a contrapesos que permitieron desde la división de poderes y la resolución de conflictos al juego de equilibrios del bipartidismo que se mantiene hasta nuestros días.
—¿Ese juego de equilibrios podría romperse precisamente ahora, si Trump gana las elecciones en noviembre?
—Debo reconocer que lo que está ocurriendo en esta campaña electoral es desconcertante. Cuando se presentó a la carrera por la candidatura republicana pensé que no iba a durar más de dos semanas, y ahora es candidato presidencial.
El fenómeno Trump es sintomático del resentimiento de muchos estadunidenses que fueron golpeados por la crisis del 2008 y por la inseguridad laboral. La riqueza es finita y ocurrió que muchos blancos se resisten a tener que repartirla con quienes creen que no le corresponde, como son las minorías raciales o los inmigrantes. Ese enojo lo aprovechó Trump mejor que sus rivales en primarias porque dijo lo que los demás no dijeron. Se autonombró líder de ese movimiento antisistema y se apoderó de la candidatura del Partido Republicano, que en pasadas elecciones fue el de la derecha civilizada.
—¿Le servirá esa estrategia para ganar las elecciones presidenciales?
—Espero no volver a equivocarme, pero creo que no. Lo que fue atractivo para un grupo de electores no sirve para seducir a un electorado no tan resentido.
Como ya señalé estamos ante una campaña desconcertante porque uno de sus candidatos, Trump, es desconcertante.
Trump ha buscado recientemente un acercamiento a las minorías (mediante encuentros con líderes hispanos y negros), pero no ha descuidado esa base de blancos temerosos de perder privilegios (a los que promete el muro en la frontera y puestos de trabajo mediante su estrategia proteccionista). Sin embargo, si se modera corre el riesgo de perder el voto radical, y si mantiene el discurso extremista espantará no ya a las minorías, sino al republicano moderado (varias figuras del Partido han hecho público que antes que a Trump votan a Clinton). Debe ser una pesadilla ser estratega de campaña de Trump.
—Demostrar que Estados Unidos no está al borde de la catástrofe ni necesita que venga Trump a “hacer grande de nuevo la nación”.
La candidata demócrata es constantemente asociada a las élites del poder económico (“La candidata de Wall Street y de Washington”, como se encarga de decir Trump), sin embargo, es una mujer que ha hecho cosas notables, como la educación pública y el sistema de salud en Arkansas, cuando su marido era el gobernador, y estoy convencida de que podrá seguir haciendo cosas notables si llega a la Casa Blanca
Por eso, espero que gane y que se una buena presidenta de Estados Unidos.
“Si se modera, corre el riesgo de perder el voto radical, y si mantiene el discurso extremista, espantará al republicano moderado.
Debe ser una pesadilla ser estratega de campaña de Trump”.